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Ojalá se fugasen de verdad...


Ya hablé en una entrada anterior de la crisis del cine español, y de cómo algunos directores intentan contrarrestarla con películas taquilleras que lo son gracias a sus argumentos insulsos, banales y discutiblemente aprovechables. "Fuga de cerebros" es una de las últimas pequeñas bazofias que nos ha dado el cine patrio.

Casi todo el mundo ha visto u oído hablar de "American Pie", esa comedia gamberra en la que un grupo de universitarios viven las situaciones más alocadas posibles en su afán por tener sexo. Puede gustar más o menos el género, pero la verdad es que es una saga ya mítica gracias a que está bien hecha. El argumento te sorprende una y otra vez. Nadie se espera lo que va a pasar y cada cosa que pasa vuelve a sorprender al espectador. Es la precursora de lo que muchos llaman "americanadas", pero bien hecha. Cumple su objetivo de comedia y te hace reir...

"Fuga de cerebros" es un intento de imitar esta película. Y ahí se queda, en un mero intento sin ningún éxito. Argumento facilón facilón, y muy predecible. Nadie se sorprende de las cosas que les ocurren a los personajes. El guión se va enrevesando cada vez más. Da la sensación de que los guionistas han empezado a escribir una parida tras otra y ha llegado un momento en que no sabían cómo salir del embrollo en que se habían metido.

Más que una película parece el primer capítulo de una serie de televisión pero en plan largo. Es normal. La ley del gobierno que obliga a las cadenas privadas a invertir en cine provoca estas cosas. Antena 3 ha continuado el estilo de sus series para adolescentes y jovenzuelos, y ha patrocinado una película llena de clichés y chistes fáciles que sólo pueden hacerte reir una vez. Porque esta película, vista por segunda vez, te darían ganas de ahorcarte.



La historia ya empieza mal. Cinco tíos, varios de ellos que ni siquiera saben hacer la O con un canuto, consiguen falsificar una carta de admisión para Oxford, donde estudia la chica de los sueños del protagonista. Ahí, como quien no quiere la cosa. Con el word... En cuanto aprenda un poco de inglés me hago una para ingresar en Hardvard, que no parece muy complicado.

Después, un chiste fácil tras otro. Que si el ciego que cruza la calle con el semáforo en rojo, que si el ciego pegándose golpes con todo lo que encuentra... El gitano estafando y vendiendo droga... Los padres de los españoles contando chistes de Chiquito de la Calzada... Una pesadilla de las peores.

La película tiene momentos incluso desagradables. Cuando el de la silla de ruedas lanza su bolsa de orina hacía uno de los ventiladores de la discoteca y todo el mundo se baña en ella... ¿A qué venía eso? Y lo de robar un pulmón del laboratorio para estudiar el sistema respiratorio... Al que se le ocurrió esa maravillosa idea deberían darle el premio Nobel a la estupidez. En resumen, un sucedaneo de las películas americanas de universitarios, que se queda en un triste intento de imitarlas, y cambia la "americanada" por algo mucho peor: una "españolada" con altas dosis de tontería y mal gusto.

Seguramente la chavalería se habrá quedado satisfecha con la película. Los protagonistas, Amaia Salamanca y Mario Casas, son los guaperas del momento por el que toda quinceañera suspira. Sólo por verlos habrá a quién le haya merecido la pena pagar la entrada. Yo no soy uno de esos, desde luego...

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