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El ego por bandera





Hace tiempo que Mel Gibson no hace películas ya. Se ha dedicado a labores de producción y dirección ahora. La verdad es que con mucho éxito, porque su última obra Apocalypto, es una pequeña maravilla de esas que el cine ofrece de vez en cuando. Lástima que su anterior film fuera una especie de propaganda religiosa dotada de grandes litros de sangre. Siento no poder definir de otra manera “La Pasión de Cristo”…

Lo mejor que podemos decir de que Gibson se haya pasado a la dirección es que ya no tenemos que verle más la cara en pantalla. Desde 2002 no hace una película digna de proyectarse en las salas de cine, afortunadamente. Precisamente ésta fue la que definitivamente le enterró como actor de grandes películas. “Cuando éramos soldados”, dirigida por Randall Wallace, es una de las peores películas bélicas que se recuerdan, y su protagonista tiene casi toda la culpa.

El que ve la película tiene la sensación de que el director sólo aparece en los títulos de crédito para aparentar que ha hecho algo. Toda la trama parece haber sido construida por Gibson para vanagloriarse, y de paso hundir su carrera. No es que lleve el peso del argumento. Es que es el único protagonista de toda la historia. El resto de personajes quedan relegados al papel de invitados en el enorme paseo por la gran pantalla del protagonista de otras películas que sí fueron buenas, como “Braveheart”.



Todo amante de películas bélicas conoce el estilo de estas. Normalmente hay un protagonista principal, cuya historia se va entrelazando con la de varios “héroes” que participan en la batalla o campaña de que trate el argumento. Sin embargo, cada vez que alguno de los soldados empieza a mostrarnos su capacidad de liderazgo, su compasión o su carisma, sólo transcurren unos minutos para que yazca en el suelo agonizando. Y entonces todo vuelve a estar como al principio y Gibson vuelve a tomar todo el protagonismo. Da la sensación de que éste da las directrices al director, y que cada vez que alguno de sus compañeros de reparto le hace sombra… ¡Bang!, lo elimina para volver a ser la única estrella en ese dudoso firmamento.

La película es también una muestra de la manera más rancia de hacer propaganda religiosa. Los primeros treinta minutos del metraje se podrían resumir en una sola frase: Mel Gibson reza. Y es que a esta vieja gloria le vale cualquier excusa en su papel del coronel Hal Moore para arrodillarse y ponerse a rezar en una especie de panfleto pro catolicismo. Y cuando parece que se ha acabado la caspa que emana Gibson con sus continuas plegarias, cuando ya están en pleno Vietnam combatiendo contra sus feroces enemigos… vuelta a empezar. Ahí tenemos otra vez al hombrecillo arrodillado y pidiendo a Dios que proteja a sus hombres. Curiosamente, con 2.000 vietnamitas disparando a mansalva y un blanco fácil de rodillas en el suelo, ninguna bala alcanza al bueno de Mel.



Otra de las cosas criticables es su exagerado patriotismo. Aunque ofrece pinceladas sobre los vietnamitas, la película ensalza una y otra vez la bondad de todos los soldados estadounidenses. Al contrario que en otras obras del género, como “Salvar al soldado Ryan”, donde se ve a un grupo de soldados jugando al póker con las placas de identificación de los caídos en combate, aquí no se banaliza con nada. Parece que todos los norteamericanos son unas hermanitas de la caridad, unas bellísimas personas que van a la guerra porque les obligan los “malos”. Se echa en falta historias reales, crudas, humanas.

Un punto a su favor es la antítesis que hace con las mujeres de los soldados. Esa muestra de cómo las esposas de los combatientes se enteraban de que sus maridos habían muerto a través de una carta entregada por un taxista empleado por el gobierno. Son unas pinceladas de humanismo en medio de tanto patriotismo barato y religiosidad mediocre a la que se le ve el plumero. Lástima que el resto del film no se contagie un poco de ese humanismo…

9 comentarios:

  1. ey! no la he visto pero tiene pinta de ser la americanada del millon
    hijos mios, imponed un poco d criterio en vuestras elecciones, selecciones y acciones

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  2. QUIERO VER A CHUCK NORRIS EN ACCION!!!!

    ohhh si chuck norris, sólo tus escupitajos con efecto podrian matarme, nene, eres mi dios!

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  3. Chuck Norris ha contado hasta el número infinito... dos veces.

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  4. Chuck Norris perdió la virginidad antes que su padre.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Cuando Chuck Norris va a donar sangre no usa jeringuillas: Pide un cubo y un cuchillo.

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  7. No existen minusválidos sino gente que ha peleado con Chuck Norris.

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  8. Una vez un hombre preguntó si su nombre era Charles. Chuck no respondió, simplemente se le quedó mirando hasta que el hombre explotó en 34756294 pedazos.

    jajajaj q crack

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